HISTORIA

Buenas, mi nombre es Mishell Díaz y, para que puedas conocerme y entenderme un poco, tengo que hablarte de mí.
Soy una inmigrante de segunda generación de nacionalidad española, afincada en un pequeño pueblo del norte de Madrid. Pertenezco a la generación de los «niños de las llaves», es decir, era una niña que con seis o siete años ya me quedaba en casa sola, cuidando de mi hermano (dos años menor) mientras mis padres trabajaban todo el día y mi hermana mayor iba al instituto.
Te preguntarás, ¿y por qué te comento esto? Pues, nada más y nada menos, porque considero que fue lo que me impulsó a ser la persona que soy.
Mis padres, para poder pagar facturas, el piso en el que vivíamos, la comida, los materiales de clase y nuestra ropa, trabajaban todo el día porque no tenían a nadie que les pudiera ayudar económicamente. Sus padres vivían en otro país y ni siquiera podían ayudarlos económicamente porque eran muy pobres. Y, además, eran mis padres los que tenían que ayudarles a ellos.
Y, digamos que, quien se encargó de educarme en casa fue la televisión y la radio. Es más, quien me quitó el acento que tenía de nacimiento y me enseñó a hablar correctamente para que nadie se burlara de mí, fue la televisión. Pero, concretamente, fueron los anuncios de televisión los que me ayudaron a no ser un bicho raro.
También, fue la televisión la que me enseñó que cualquier sueño que tuviera se podía hacer realidad. Como, por ejemplo, ir a la universidad y tener un título y una carrera profesional como aquellos adolescentes de las series de La 2.
La radio, por otro lado, era mi mejor amiga. Ella me hablaba, me contaba chismes y me hacía reír a todas horas. Gracias a ella, me convertí en una enciclopedia musical y me invitaba a soñar con que algún día sería yo quien informara del nuevo artista emergente que ha conseguido un disco de oro o sería quien presentara la lista de Los 40 Principales del sábado por la mañana junto a Tony Aguilar.
Estos medios de comunicación me enseñaron tanto y, sobre todo, me ayudaron a no rendirme, pese a que había ciertas personas que no me veían ningún potencial y encima me trataban como un fracaso escolar. Pese a ello, continué esforzándome, me gradué del instituto y accedí a la universidad.
Allí, es donde empecé a crecer tanto en lo personal como en lo profesional. Es más, doy gracias por haber elegido formarme, porque si no lo hubiera hecho, nunca hubiera conocido a celebridades como JK Rowling, Steven Spielberg, Oprah Winfrey, Elon Musk e Ingvar Kamprad. Y, nunca hubiera descubierto que, al igual que me pasaba a mí, nadie creía en ellos. Pero, pese a eso, siguieron perseverando en lograr sus sueños hasta llegar a ser los grandes iconos de éxito que son ahora.
Es por eso que, al igual que ellos, yo no tengo miedo al fracaso. Sé que, si caigo dos veces, no pasa nada, me levantaré tres veces más. Pero, siempre con más fuerza. Pues, de cada fracaso, voy aprendiendo y mejorando. Da igual el tiempo que tarde en lograr mis propósitos. Soy consciente de que cada paso dado, me aproxima más y más a alcanzar todos mis sueños.
Y, ¿quién sabe? A lo mejor en un tiempo, mi nombre sea digno de admiración y aparezca en los libros que estudien las futuras generaciones.